sábado, 9 de julio de 2011

Queridísimo amor:

Hoy he pensado en ti. Me he acordado de tus ojos, de tu pelo y de tu bonita sonrisa.
No tiene nada de particular que recuerde esas cosas. Pienso en ti todos los días. Al principio, cuando te fuiste, intenté imaginar que había sucedido algo lo bastante grave como para obligarte a marchar. Pero no conseguí convencerme de ello porque no hay secreto ni miedo ni tarea alguna que me hubiera podido apartar a mi de ti voluntariamente. Supongo que siempre creí que tú sentías lo mismo por mí.
Creo que por fin he llegado a aceptar que te has ido. No, no solo te has ido, sino que lo has hecho con tan sigilo que ni siquiera mis mensajes me traen como respuesta alguna palabra, alguna esperanza.
Me gustaría decir que sigo creyendo en ti y en nuestro futuro juntos. Quizás sea así. Pero ya solo me queda por hacer una única cosa: volver a mi vida y al vacío que has dejado en ella. Por lo tanto, digamos tan solo que los dos continuaremos por el camino que debemos recorrer.
Si nuestros senderos se cruzasen de nuevo, me gustaría que volvieses conmigo. Te estaré esperando lo que haga falta, minutos, horas, días, meses, años .. 
Tal vez un día levante la vista y te vea a mi lado. Suceda lo que suceda, siempre serás mi niño, mi vida, mi tesoro, mi cielo, mi mundo, el dueño de mi corazón.


No hay comentarios:

Publicar un comentario